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Aprendiendo a nutrirme emocionalmente

Comparto mis rutinas aquí porque, aunque son exclusivas mías y nadie más necesitará lo mismo, el valor de tener alguna propia es muy grande, y espero poder transmitirlo. 

La sensación que tenía cuando hacía cualquiera de esos gestos lejos estaba de ser buena o cálida. Sentía en cambio un gran vacío, mucho rechazo hacia mi misma, miedo y amargura. Pero continué dándome estos pequeños momentos de autocuidado y eso me permitió mantener la cabeza fría y seguir creyendo en mi. 

Necesité de toda mi fuerza de voluntad para poder llevarlos a cabo y parecía que no había progreso, pero puedo decir que gracias a ellos pude salir adelante.

Voy a dividir esto en dos partes: mientras todavía estaba en la relación de maltrato y cuando ya no lo estaba. Fueron dos etapas muy distintas, claro está. En la primera estaba en pura supervivencia y en la segunda tenía la "tranquilidad" y el espacio personales para hacer otras prácticas mucho más sutiles y nutritivas emocionalmente para mi. 

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Prácticas durante el maltrato

  • Una vez al día daba gracias al agua. Llenaba una jarra y agradecía a ese agua el hecho de que fuese a nutrirme y limpiarme.

  • Compraba un ramo de flores a la semana y lo ponía en un jarrón. Nunca lo había hecho en mi vida.

  • Cocinaba un plato diferente y que significase "me cuido" a la semana. 

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Prácticas después del maltrato

  • Salir a correr. Empecé a hacerlo ya que era lo único que me permitía combatir la rabia latente y adormilada. No llegué a sentirla, pero sabía que estaba ahí. Un par de meses nada más; luego mi salud empeoró.

  • Qigong. Cinco minutos al levantarme. Esto me dio la energía que necesitaba para poder arrancar el día.

  • Estiramientos en cama, antes de levantarme. 

  • Limpiar la casa, con calma, como podía. Nunca me había gustado particularmente, pero descubrí que me mantenía con los pies en la tierra. Esto, si estás tan disociada como yo lo estaba, puede venirte muy bien ya que es algo que trae mucho arraigo. Además, al cuidar la casa nos cuidamos a nosotras mismas, y el efecto es mucho más sanador de lo que parece. 

  • Escribir un diario cada atardecer. Yo necesitaba hablar, mucho más de lo que podía pagarle a una psicóloga. Y más también de lo que sería sano para cualquier amistad escucharme. Y me puse a escribir. Sabía por mi amiga Fani Carrillo que la depresión se podía sacar así, por lo que empecé a escribir. Con eso descubrí que llevar un diario era una necesidad mía, y que el volcar mis pensamientos y sentimientos ahí me hacía mucho bien.

  • El Tarot introspectivo. Pronto empecé a mezclar mi práctica del diario con el Tarot. Empecé a usarla para mantener una conversación íntima conmigo misma y todo fluyó desde ahí. Mi momento diario de escritura pasó a ser el mejor del día. Gracias a eso curé mi soledad. 

  • Una especie de meditación andando. Una de las consecuencias del maltrato fue la obsesión, la paranoia y los pensamientos constantes relativos a todo lo pasado, así que el ruido mental era insoportable. Busqué en internet, no recuerdo la fuente pero sí la técnica. Mientras paseaba, tenía que centrarme en ver las cosas bellas a mi alrededor. Según pasaba junto a ellas, las nombraba. Otra alternativa que usé era buscar cosas de un determinado color. 

  • La parte nutritiva: gracias a Fani, también, aprendí a hablarme de forma nutritiva. Y eso consiste en valorar cualquier acto realizado por mi. Desde una sonrisa, una conversación, a incluso mi presencia en la vida de alguien. Mi trabajo. Lo que cocino. Lo que limpio y la creatividad que pongo en mi día a día. Y esta valoración es con cariño, no con orgullo, no con positividad. Cariño y respeto por mi misma, eso es lo que aprendí a darme en mi día a día. Eso sí que nutrió y me dio fuerzas y esperanzas. Por eso se me ocurrió incluir cada día en mi diario un apartado en el que contestaba a la pregunta "¿Cómo me he cuidado hoy?". Porque cada acto que hago es para cuidarme, y yo necesitaba recalcármelo a diario para saber lo que era quererme a mi misma. 

  • Agradecer cada paso del camino y cada intervención de otra persona que me había llevado al momento presente. Escribir esta lista me hacía valorarme y valorar a los demás, y me hacía sentirme menos sola; no la soledad mencionada arriba, sino la otra, la física, la social ... la compañía que todos necesitamos como seres humanos sociables que somos. 

 

Llevaba ya unos meses con estas prácticas cuando entré en un curso/taller para mujeres maltratadas. Una de las tareas finales fue que elaborásemos una lista personal de lo que necesitábamos darnos de forma regular para estar bien en el presente y en el futuro. La mía es la que está ahí arriba. Y sigo con ella a día de hoy. No porque la recomendasen en el curso, sino porque es lo que me hace sentirme bien y estar en mi sitio. 

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